viernes, 10 de septiembre de 2010

El Jacinto


He querido escribirte un poema,
mas, las letras volaban al limbo
y a mi alma la ató la cadena,
la que tuvo el amor comprimido.

Miro al cielo y recuerdo los tiempos,
voy leyendo del azul infinito
y el dolor se acumula constante,
oprimiendo en mi pecho el jacinto.

Fue la flor que una tarde de invierno
y arropada de rosas y lirios,
con amor de una madre o...hermana,
en sus manos dejé mi delirio.

Y soñé que la vida seria,
para ella, un sendero de lino,
aunque fuese preciso que hiciera
un conjuro a los dioses perdidos.

Le clamé a los cielos justicia
y luché, pateando caminos,
porque fuese la vida distinta,
por borrar todo el odio vivido.

Mas, la suerte se puso en mi contra,
o, quizá la justicia del sino,
no fue Dios, quien mandó mi condena,
Él sabía de mi amor y cariño.

Solo el odio y la rabia del hombre,
pudo ser, quien lo hizo distinto.
la amargura nació en mis entrañas
y ese odio, marcó mi destino.

Hoy quisiera escribirte un poema
y decirte lo bello que ha sido,
pero, solo en mis sueños existe,
el amor que de nadie he tenido

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