martes, 24 de mayo de 2011

Mi tierra


Ay! Con el ¡ay!
con el ¡ay! del quejio
¡ay! con el ¡ay!
que lo llevo en el
alma metío.

¡Ay! de mi tierra
sangrante,
reflejada su queja
en los troncos
punzantes,
en la tierra abierta,
en veredas resecas,
en cañadas sin cañas
y en la luna llena.

Cuando aúllan los lobos
y retozan las ciervas,
cuándo el jabalí herido
se revuelve a su presa,
cuando vuelven los hombres
con la cara cubierta.

Con la caza escondida
y con las manos llenas,
de la sangre de un venado macho,
que cubierto en la sierra,
se quedó bajo matas
de encinas, esperando
a que alguien lo venda.

Escopeta al hombro,
la canana prieta
con cuatro cartuchos,
el resto…se quedó en la tierra
escondido, para que lo confundan
con las vetas de plomo
que amaga en sus venas.

Esta tierra de encinas
y olivos de plata y
de pena agoniza solemne
y vetusta callada y repleta
de paz y aceituna y
si miro atrás…
se me hiela la sangre en las venas.


Barcelona, 1970

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