lunes, 4 de julio de 2011

El trillo y la carta


Suave amanecer de un nuevo estío,
se cala el sol entre los cerros,
de encinas centenarias.

La vida empieza, suave y lenta,
con una monotonía que hasta espanta.
el puchero cuece lentamente,
en la vieja chimenea de la casa
abrazada su panza por las brasas.

El calor se mete por el cuerpo,
a medida que avanza la mañana,
su cuerpo a penas va cubierto
por un viejo corpiño y una falda,
sandalias en sus pies, aunque no anda.

El tiempo se detuvo en estas piedras,
que años atrás, fue su morada,
ella no entiende el modernismo,
ni supo, que la guerra se acabara
e hila entre sus manos con el huso,

la lana que le traen de la esquilada.
Sus sueños se durmieron,
una tarde de abril ya muy lejana,
cuándo sentada en el viejo trillo
alguién le trajo aquella carta.

2 comentarios:

  1. Nana no me canso de leerte, eres una gran poeta, mi maestra donde busco esa rima que me falta para completar un poema.
    Un abrazo

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  2. Gracias Encarna, me alegro de que mis letras te sirvan de ayuda, en tus bellos poemas
    Un abrazo

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