martes, 10 de abril de 2012


Melancolía








De mi alma, la tristeza,
mi corazón...bebió melancolía,
mis manos ya no alcanzan,
tocar lo que querían,
ni mis pies en el suelo,
han de posar sus plantas.
Y...como en una nube,
de espuma y algodones,
se sumerge mi vida,
encogida en el llanto.
Quisiera ser...un ave,
siempre, quise ser pájaro
y volar por lo inmenso,
cruzando el océano,
 Invadiendo el espacio
para llegar...y ver,
para sentir, que amo.
Que amo, aunque esté muerto,
el corazón buscado.
Y, volaré en las alas,
del tiempo y del pasado
e instalaré mi alma,
en bosque o altiplano
y entre las hojas secas,
haré lecho callado,
esperando que llegue...
en silencio mi amado

viernes, 6 de abril de 2012

 TU MUERTE SEÑOR

De silencio las calles se llenan
y las puertas se cierran al paso,
que a Tu Hijo lo llevan prendido,
cuál si fuese un vulgar presidiario.

A Caifás presentaron le al reo
y este hombre, envía le a Pilatos,
que se lava las manos diciendo...
yo no veo motivo ni agravio.

Han cubierto púrpura tus hombros,
en Tu frente espinas brotaron
y cuál rey...en tus manos un cetro.

Has servido de burla y escarnio,
una cruz de madera cuál lecho,
un lanzazo se dio a Tu costado.


pero sigues pidiéndole al Padre,
que perdone todos mis pecados.
Dos mil años de aquella amargura
y...aún te sigo hoy...crucificando

Dolorosa (de mi pueblo)




Dulces sones de campana
llaman al recogimiento,
las luces acompañando,
al tenue olor del incienso.

Al fondo, en trono solemne,
cuatro focos parpadean,
ante esa Imagen Divina,
ante esa Madre serena.

En su rostro reflejados,
con su pena los dolores.
Al pie de la cruz nos muestra…
con su pena sus amores.

Madre de mi Dios hermosa,
dulce Virgen Soberana,
que por tu pecho pasaron,
como rayos mil espadas.

Cuándo tu Hijo en la cruz,
con pies y manos clavadas,
con la corona de espinas
y en su costado la daga,

por hijos tuyos nos daba.
Madre…ahí tienes a tu hijo
y a San Juan te señalaba
y a Él…ahí tienes a tu madre

Madre de todas las almas,
de aquellas que ante la cruz,
Hijo de Dios me proclaman.

¡OH¡ mi Madre Dolorosa,
Virgen mía soberana,
tu rostro como una rosa,
aquí en mi pecho se inflama.

Reviviendo año tras año,
no solo en semana santa
el dolor de tus dolores,
la pena que te llevara,

ante aquel monte calvario,
donde la cruz nos mostraba,
al Hijo de Dios, tu Hijo
Reina y Madre  a ti te claman